Prólogo
La semana comenzaba indecisa. Muchas ideas volaban en el aire, ninguna segura e inmensas eran las ganas de poder hacer algo de provecho.
Un invierno inusual, no digo sorprendente, dado que unas temporadas raras le preceden, pero no tan extraordinarias, no en su buen sentido, como la de este año. Nos ha dejado muy poca nieve en la montaña y escaso es el hielo debido a las temperaturas primaverales. Tan solo algunos corredores se distribuyen a lo largo del pirineo, ocultos tras las caras nortes de las montañas que intentan alcanzar. Cascadas de largas aproximaciones y altos desniveles, aguardan en las alturas, las hojas de los piolets de aquellos montañeros dispuestos a aceptar sus remotas localizaciones.
Avanzaban los días, hablando con Iñaki, la oeste del Taillón se perfilaba, el goulotte Quintana parecía el objetivo. No obstante, la decisión entre salir desde Bujaruelo o Gavarnie, nos posicionaba, con distintos argumentos y diferentes situaciones, a cada uno en un punto de salida. Así pues, el mismo jueves a última hora, decidimos cambiar de rumbo y encaminar nuestros pasos hacia la Sierra de Partacua, a no otra montaña, que Peña Telera, el objetivo era el corredor Maribel. No las teníamos todas con nosotros, debido a su baja altitud, pero teníamos info de que esa misma semana se ha subido, por lo que le daríamos un tiento y si no tendríamos otras opciones para ascender.
Viernes, 26 de enero de 2024
15:30 Salgo de trabajar y pongo rumbo a Etxauri, recojo a Iker a mi paso por Cizur, unos pegues en Jessica, antes de ir al piri, que no se nos olvide esto de escalar en roca. Había comentado con Iker el plan de Telera y el mismo viernes a medio día, se unía al plan, seriamos cordada de 3. A las 18:30, dejo a Iker y me dirijo a casa a por la furgoneta, saldremos hoy mismo y dormiremos en el parking de Lacuniacha, que mañana toca madrugón. A las 19:15 recojo a Iñaki e Iker en Cizur y ponemos rumbo al valle de Tena. Al llegar cenamos mientras preparamos el material del día siguiente y montamos las mochilas.
Sábado, 27 de enero de 2024
4:45 suena el despertador, encendemos la calefacción, para estar algo más cómodos, pero frío no hace. Nos hacemos un café para Iker y para mi, Iñaki prefiere la opción de un Monster. Desayunamos y conforme lo previsto comenzamos la actividad a las 5:30.
La noche es clara, la luna llena ilumina con fuerza, y la silueta de la sierra de Partacua, dibuja nuestro rumbo. Iluminando con las frontales, recorremos la pista de aproximación, realizando numerosos atajos, hasta que finalmente, debemos abandonar la pista para internarnos hacia la montaña. Todavía está limpia de nieve, a lo lejos se ven las faldas de peña telera iluminadas por una fuerte luz, como si de un potente frontal se tratara, que nos hace dudar si tuviéramos alguna cordada delante, sin embargo, no es otra luz, que el reflejo de la luna sobre un pequeño manto de nieve helada. Vamos acercándonos hacia el cono de entrada, orientándonos con ayuda de las frontales y el GPS.
Bajo una noche que comienza a desaparecer, empujada por las primeras luces del alba, llegamos al cono de entrada. Aparecen ante nosotros 2 corredores, a nuestra izquierda el Maribel, a su derecha, el corredor Y, por donde más tarde descenderemos, y por donde subí hace un año junto con Itxi.
Corredor Maribel Corredor Y
Una vez en la base, buscamos una rimaya donde hacernos una repisa y preparamos el material. Ha amanecido y los primeros rayos de sol iluminan las cimas más altas de nuestro horizonte.
Los primeros metros del corredor los hacemos sin encordarnos, la nieve está dura y se progresa cómodamente. Superamos un primer resalte y seguimos la rampa hasta llegar a una reunión varios metros más arriba, antes del siguiente resalte ya más vertical.
Sacamos las cuerdas, nos atamos y a las 9:00 comienzo a subir el primer largo. Comienza con un resalte sencillo de nieve dura, que no da pie a proteger demasiado, pero que se progresa rápido y seguro. Posteriormente, hay un segundo resalte, algo más precario, pero con hielo donde proteger en su inicio. Meto un tornillo y comienzo a escalarlo, los primeros metros son fáciles, pero un final más estrecho y con menos hielo, me hace tomármelo con más calma. Asegurando cada emplazamiento de piolet y de crampón, voy ganando metros. Clavo un piolet, hasta que me cercioro de su solidez, no suelto el otro. Me muevo con cuidado, manteniendo la calma. Cambio los pies, como si de un suave baile se tratará, traccionando de cada piolet de la manera más adecuada.
Salgo a una campa de nieve y al fondo veo un último resalte, le comento a Iñaki, para ver si hay suficiente cuerda para enlazarlos y voy a por el.
Aun queda bajar. Así que nos disponemos a ladear la montaña, dirección Oeste, hasta encontrar los rapeles del corredor Y. Comenzamos a montar el primero y llega un guía y su cliente, que han salido por el José María Aller, junto con un montañero que ha ascendido en solitario por la gran diagonal.
Juntamos los rapeles y los siguientes que bajan son el guía y su cliente para montar el siguiente rapel.
Descendemos por este segundo rapel y montamos un tercero. A partir del cual ya bajaremos andando, pero con cuidado, la nieve está dura y no podemos permitirnos un resbalón.











