Prólogo
Por romántico que sea, por bonito que suene, no todas las escaladas comienzan con un sueño. Algunas, se planifican de un día para otro, otras nacen y se hacen realidad en muy poco tiempo, incluso te puedes encontrar realizando una, en la que jamás pensaste.
Si bien es cierto, esta particular aguja, esta marcnífica escalada, se encontraba en mi mente desde tiempos lejanos. La admiración por esta, se remonta a una época, en la que la montaña todavía no había despertado en mi interior.
Sin embargo, este pequeño pico causó en mí tal asombro, que con el transcurso de los años y mi evolución como montañero y escalador, ha permanecido siempre en mi. Cada vez que pasaba a sus pies, o la observaba desde las alturas, se generaban en mi interior sentimientos de incertidumbre y de motivación, que me hacía pensar, que me hacía soñar, si alguna vez, en mi vida sería capaz de revelar los secretos que se esconden en su punto más alto.
Así pues, unas semanas previas a la escalada, sondeé varios posibles compañeros con los que poder ir. Fue Pablo, quien me escribió el 10 de septiembre planteando la posibilidad de realizar la actividad el siguiente finde, el 17-18 de septiembre. A punto estuvo de sumarse Jon y finalmente Asier, fue el que menos de 24 horas antes, se añadió al plan.
Viernes, 16 de septiembre de 2022
A las 18:30 salimos desde Ferretería Irigaray, dirección Linza. En 1h50 de viaje nos plantaremos en el parking, dividiremos material y nos pondremos a preparar algo de pasta para coger fuerzas para el día de mañana.
Hemos elegido salir desde Linza, la aproximación es más larga, sin embargo, la subida hasta la base de la pared se hace más suave. Si comenzáramos desde el puente de Lamary, aun siendo una ruta preciosa, la última parte de ésta, es una pedrera con un desnivel considerable, y aunque cuenta con un sendero hasta el collado del Petrechema, pasa relativamente alejado al pie de vía.
Sábado, 17 de septiembre de 2022
Se escucha el sonido de varios despertadores, son las 5:30 de la mañana. Hemos podido dormir unas 7 horas, que no está nada mal. El frío está presente, comenzamos a movernos, se hace notar incluso dentro de la furgo. Salimos fuera, para desayunar y nos ponemos al abrigo del viento. El tiempo pasa y son las 6:30 para cuando empezamos a andar.
Vamos bastante abrigados, el viento sopla fuerte y el calor que generamos, se lo lleva como si de un acreedor de temperatura se tratara. Caminamos sin prisa, pero sin pausa. Al fondo del valle, nos adentramos en un bosque, los grandes árboles nos protegen del viento, generándonos una falsa sensación de que la temperatura está subiendo, sin embargo, al llegar a su fin, comenzamos a ascender por las laderas del valle y el viento reaparece con más fuerza.
Vamos ganando metros, y la luz se va haciendo más presente, empieza a dar color al valle pero todavía no nos llega a iluminar el sol.
Hasta llegado el collado, no hace acto de presencia, pero una vez allí, nos deja un paisaje digno de mención.
Un brillante sol ilumina las enormes paredes que se alzan a izquierdas, un suave mar de nubes intenta crecer por el circo de Lescun, al fondo en la lejanía, un paisaje dibujado por montañas, entre las que destaca la misma silueta de siempre, la cresta del midi d'ossau, la misma que apenas 7 días antes estuvimos recorriendo junto con otros compañeros.
Descendemos hacia el este, a la vertiente francesa, y pronto, aparece nuestro pico, vertical, imponente y sugerente, la aguja d'ansabere.
El pie de vía se encuentra a la sombra y el viento sigue soplando. Por lo que rápidamente dejo el material listo para que se lo coloque Pablo, que será el primero en escalar, y realizo la pequeña trepada de III hasta llegar a la R0, compuesta de un espit. Aquí el sol se deja asomar y nos templa un poco más.

Croquis sacado del libro
100 Plus belles voies des Pyrénées occidentales
Reforzamos la R0 con un fisurero que entra a cañón y sale Pablo para arriba, dirección a otro espit que se vislumbra unos cuantos metros por encima.
Pablo va resolviendo el largo con tranquilidad, aunque no presente dificultades IV/IV+, es una tirada con tramos de roca no del todo compacta y hay que ir eligiendo los agarres con mucho mimo.
Llega a la R1, compuesta por 3 buriles y aprovecha a reforzarla con 1 totem cam morado. Un poco más arriba nos damos cuenta de que había otra reunión compuesta por un par de spits.
Me toca afrontar el 2º Largo que, si bien la dificultad decrece, la precariedad del mismo es bastante mayor. El terreno pasa de no ser compacto, a estar muy suelto, te encuentras navegando entre un mar de roca desprendida y bloques por desprender. No hay muchos lugares donde emplazar friends o fisureros y la progresión más segura reside en; escalar con calma, analizando cada movimiento y procurando que cada paso sea estable.
Tras casi 60 metros de escalada, llego a la R2, compuesta por 2 clavos, no hay demasiado para reforzarla, así que monto reunión y aseguro a mis compañeros.
El tercer largo también me toca a mí. Así que rápidamente salgo en una travesía hacia derechas, con la misma tónica que el largo anterior, sencillo pero, precario y complicado de asegurar. Tras la travesía, enfrenta una canal ascendente, que se toma desde la derecha y va con tendencia a izquierda. Un par de clavos protegen la misma, aunque se puede meter más material. Finalmente sales a una terracilla con una reunión compuesta de 2 clavos y 1 buril.
Triangulo los 3 puntos y comienzo a asegurar a Pablo y Asier.
El cuarto largo es un diedro de V+ apretón, con algún paso un tanto desplomado y tramos de chimenea. Está protegido en parte por clavos y puentes roca, pero predispuesto a proteger con más material.
A por él se lanza Pablo, lo resuelve con calma y mucho estilo. Más tarde Asier y yo flipamos lo bien que lo ha hecho y lo apretones que eran algunos pasos. Pablo sube, y sube, uniendo su largo con parte del siguiente, hasta que casi no le quedan más metros de cuerda y monta una reunión flotante sobre una repisilla. Podría haber montado algo a mitad de largo junto con algún clavo o puente roca, pero no resultaba del todo cómodo.
Subimos a su altura y en un tramo corto nos subimos a una repisa más cómoda donde asegurar el próximo largo.
Tiramos de un espit, un friend y un fisurero para montar la reunión. Este quinto largo me toca a mí. Arriba se ve el techo con el paso más duro de la vía. Respiro y con calma empiezo a escalar.
Un par de clavos protegen el paso, el primero se chapa desde un principio. Cuando estoy apunto de intentar salir del techo, desciendo un poco para empezar desde más abajo y tener parte del cuerpo sacado fuera de la cueva, consigo llegar al segundo clavo sin mucha dificultad, pero los pies escasean y tengo que hacer uso de mi espalda para poder subir poquito a poco. Finalmente entre gritos y silencios de los compañeros, consigo salir sin tener que tirar del cabo que colgaba del segundo clavo. Alcanzo una reunión compuesta por 3 elementos, pero decido seguir unos metros hasta el collado.
Una vez en este, me encuentro 2 espárragos y poca posibilidad de meter algo más, por lo que saco las 2 chapas recuperables que siempre llevo encima y las fijo con las roscas de M10. Con esto monto reunión y aseguro a mis compañeros.
Una vez llegan al collado, con una sencilla trepada continuamos por una vira hacia la derecha que nos emplaza en la reunión para asegurar el último largo.
Vistas del collado desde la siguiente reunión
Asier se encuentra con ganas, y se lanza a abrir el último largo.

Pronto estamos pisando los 3 la cima y disfrutando de un paisaje increíble y unas sensaciones aun mejores. Pero todavía queda bajar.
Desde la reunión que se encuentra en la cima, Pablo me desciende en menos de 30 metros hasta una reunión más abajo aunque es un primer tramo que podría bajar andando. Llegada a una segunda instalación de rappel. Lo voy montando mientras va bajando Pablo, poco antes de que llegue Asier a la reunión, comienzo a bajar el segundo rappel, este sí más vertical y necesario, con una longitud de 30 metros que nos deja en una vira muy cercana a la última reunión.
Vamos bajando con sumo cuidado, puesto que la exposición es bastante grande, aunque las vistas y el recorrido es increíble.
Tras un primer destrepe llegamos a la arista que divide las dos cimas, en la que la sensación de patio es aún mayor.
Ya en la zona del petit pic, toca recorrer la ladera, siguiendo algún que otro hito, en uno de estos momentos se llega a subir un poco para volver a destrepar y así evitar una travesía más expuesta y precaria.
Y finalmente trepamos por una canal, donde se encuentra un paso de III en su inicio y en la que prevalece roca bastante mala y suelta, con la que el cuidado tiene que ser máximo.
Finalmente salimos de ella y nos encaminamos a la cima del petit pic, para poder observar lo que hemos escalado.
No permanecemos mucho tiempo parados y pronto comenzamos a bajar hacia el collado del Petrechema y descender por donde hemos subido esta misma mañana.
La bajada no se nos hace la más cómoda del mundo, yo bajo con cuidado con alguna molestia en la rodilla y Pablo se encuentra un poco mal de la tripa.
Finalmente sin ningún percance llegamos a la furgoneta, satisfechos y felices, por el grandioso día de escalada.